En esta única noche en Iguaque
sucede un encuentro artimágico de dos mundos.
Una puerta se abre entre las colinas de una inmensa cordillera
coronada con cucuruchos de nieve,
inundada de blancas lagunas y rodeada por la gran estepa.
Las montañas abrazan los valles serpenteados por ríos
y sofocados por el calor humeante.
Entre los vástagos, las serranías corren hacia las cúspides
por intrincados caminos y sus alturas enfrían el alma
y disipan los malos pensamientos.
Entre árboles de roble encuentro a mi madre,
ella, luciérnaga iluminada, y mi hermano dentro de ella.
Se desliza el viento como un verdugo que aviva el fuego.
A través de las crestas de los bosques se escucha su aliento.
En el río, la lluvia es cómplice del silencio de la vida y de la muerte,
del amor, del odio y de aquel turbio resentimiento que se va.
Remolinos abajo, todos desaparecen. Los pies descalzos se cortan
con las piedras desnudas.
Los muertos cantan en los recuerdos con sus bocas
abiertas hacia el río. Desprenden su voluntad.
Sus lenguas entonan las melodías de las cascadas y el vapor,
ahora sonríen ante el amor que levanta el corazón de los ancestros.
Soy yo y no yo como lo es la luz en las tinieblas.
Una de las dos desaparece para que la otra se vea.
La otra solo la observa.
Así descubro los Muiscas. Echue.
Agatha Ben Gregory, "En esta única noche en Iguaque". Copyright © 2024 Agatha Ben Gregory. Reimpresión con autorización de Agatha Ben Gregory.
POESÍA AGATHA BEN GREGORY